"... Por haberse, pues, estas canciones compuesto en amor de abundante inteligencia mística, no se podrán declarar al justo, ni mi intento será tal, sino sólo dar alguna luz (en) general, pues Vuestra Reverencia así lo ha querido. Y esto tengo por mejor, porque los dichos de amor es mejor dejarlos en su anchura para que cada uno de ellos se aproveche según su modo y caudal de espíritu, que abreviarlos a un sentido a que se no acomode todo paladar. Y así, aunque en alguna manera se declaran, no hay para qué atarse a la declaración; porque la sabiduría mística -la cual es por amor, de que las presentes canciones tratan- no ha menester distintamente entenderse para hacer efecto de amor y afición en el alma, porque es a modo de la fe, en la cual amamos a Dios sin entenderle."

San Juan de la Cruz

(Del prólogo al Cántico Espiritual)

Diario 16 - Lunes 11 de Abril 1977

Estreno del “Cántico Espiritual” de Amancio Prada

Silbos amorosos


José Luís Rubio

Una entusiasta acogida tuvo —el pasado sábado, en Segovia— la ejecución de “Cántico espiritual”, de Amancio Prada, composición musical para voz, guitarra, violín y violoncello, sobre el apasionado poema erótico que hace cuatro siglos escribiera San Juan de la Cruz.

La obra fue interpretada en la iglesia románica de San Juan de los Caballeros, hoy convertida en Museo Zuloaga, que se acomodó bien a los propósitos escenográficos y ambientales de Amancio Prada. Sin micrófonos ni otro aparato eléctrico que unas discretas luces, el “Cántico” fue ejecutado con limpia y estremecida perfección. Prada cantó los versos y estuvo a cargo de la guitarra. Eduardo Gattinoni tocó el violoncello y José Torres el violín. Desde su asiento de primera fila, el octogenario folklorista segoviano Agapito Marazuela no se perdía detalle.

Hay que armarse de valor —y de amor— para ponerle música a San Juan de la Cruz. Es una empresa suprema y, por el mismo hecho, solicita del aventurado compositor una fe sin límites y una humildad ejemplar. Especie de reelaboración del bíblico “Cantar de los cantares”, el “Cántico espiritual” alcanza, para muchos poetas y críticos, la más alta cota de la lírica castellana. Ahora que no hay cantor ni cantorzuelo que desdeñe hacerse un nombre a base de maltratar la obra de los Machado, Hernández, Celaya, Alberti y otros poetas, Amancio Prada toma por los cuernos el dragón de la poesía y se enfrenta con él en una danza formal simbólica y extenuante.

Pero no se trata de un capricho súbito. Amancio Prada comenzó a trabajar en el “Cántico” hace cinco años y sólo ahora ha dado por concluida la tarea. Durante todo ese tiempo, ha puesto música a muchos textos poéticos —de Rosalía de Castro, Celso Emilio Ferreiro, Luis López Álvarez, entre otros— y ha cantado muchas coplas populares.

A juzgar por esta primera ejecución, el “Cántico espiritual” de Amancio Prada es el mismo de San Juan de la Cruz. No hay ninguna versión personal, ninguna interpretación. La música subraya el texto, lo ilustra y lo ilumina, al tiempo que permite al oyente sumergirse en la tremenda sensualidad del poema. Hay momentos muy bellos, como el largo e intenso cuarto movimiento, donde la amada describe su primero, y casi irreal, encuentro con el amor.

Distante por igual de la música popular y de la música culta, el “Cántico espiritual” es una aparición insólita y gozosa dentro de la música española. Vibrante, emocionado, tembloroso, el sonido imaginado por Amancio Prada es un silbo inaprensible, que está lejos y cerca a la vez, de la práctica diaria del romanticismo.