"... Por haberse, pues, estas canciones compuesto en amor de abundante inteligencia mística, no se podrán declarar al justo, ni mi intento será tal, sino sólo dar alguna luz (en) general, pues Vuestra Reverencia así lo ha querido. Y esto tengo por mejor, porque los dichos de amor es mejor dejarlos en su anchura para que cada uno de ellos se aproveche según su modo y caudal de espíritu, que abreviarlos a un sentido a que se no acomode todo paladar. Y así, aunque en alguna manera se declaran, no hay para qué atarse a la declaración; porque la sabiduría mística -la cual es por amor, de que las presentes canciones tratan- no ha menester distintamente entenderse para hacer efecto de amor y afición en el alma, porque es a modo de la fe, en la cual amamos a Dios sin entenderle."

San Juan de la Cruz

(Del prólogo al Cántico Espiritual)

El Faro Astorgano - 1995


Jueves, 24 de Agosto de 1995                                                   EL FARO Astorgano



De la tierra a la gloria

 López Castellanos

Recital de Amancio Prada,a compañado de Carlos Cardinal (violoncelo) y Daniela Tanti (violín). Catedral de Astorga. 21 de adosto.
Critica de López Castellanos Las canciones de Amancio Prada emergen como remanso y quietud en medio de tanta vorágine. Sus canciones estancan el tiempo, elevan el espíritu, coronan sensibilidades y alientan los sentimientos.  Eso no es nuevo. Concierto tras concierto, el berciano sacude los malos espíritus de sus seguidores y sublima el hecho artístico hasta niveles inigualables. Sin embargo, Astorga, su catedral y sus gentes, fue especialmente propicia el pasado lunes, cuando el Cántico Espiritual sonó sincero, plácido, vivo, sublime. La lírica de San Juan de la Cruz se emociona en cada verso, transcurre verdadera en cada verso, conquista el corazón de quien la siente.
De tanto sentirla, Prada la transmite con emotividad especial, acaparando cada momento y dominando sus emociones. El Artista –con mayúsculas, por favor– lleva años cantando al alma. Su repertorio supone el alivio ideal para el mal de espíritu.
Amancio Prada fue protagonista en la capital maragata de uno de sus mejores recitales. El Cántico Espiritual hizo estallar todas las virtudes que su trovadoresca condición le permite portar. El leonés lleva años actuando en tierras leonesas. Sin embargo, nunca como el pasado lunes, cuando, de repente, pasó de la tierra a la gloria y alcanzó el estado divino. El concierto propició tantas sensaciones que la voluntad del público, arrebatada y conquistada, se resistía a retornar a sus hábitos, convenciones y rutinas. Amancio disfruta de la capacidad suficiente para enardecer el espíritu y coronarlo de pasión. Es tan majestuoso su arte que difícilmente uno se sustrae a él. En Astorga, magnificó cada momento, cada nota, cada letra de tal forma que el tiempo perdió su componente material y se sumió en la ingravidez absoluta.
Les aseguro que no hay un ápice de exageración en estas letras. Amancio Prada es músico que no defrauda jamás, que alaba con insistencia al buen gusto y no permite que nadie quede sin seducir. Sin embargo, lo del lunes fue otra cosa. Las emociones de la actuación fueron tales que se perpetuaron con relevante acento y aún hoy conservan su sello. Prada confesaba estar muy satisfecho de su actuación y mostraba su malestar por no haberla grabado "Nunca se sabe dónde puede estar el momento único y especial", decía. La Catedral de Astorga, un escenario especialmente gratificante para acontecimientos donde la sensibilidad y arte se fusionan con exquisito rigor, abrió sus puertas a algo que el tiempo no va a poder disolver así como así.
Amancio Prada es sencillez y tranquilidad, es paz en estado puro. Generoso, siempre, se dedica a regalarla, a hacerla don y placer. Por eso, por los buenos momentos que siempre otorga, hay que estarle eternamente agradecido. Que siga visitando León, que siga provocando sueños y espantando pesadillas, que siga arraigándose en nosotros y no nos suelte nunca. Por favor.

En la Catedral de Astorga.1995El embrujo de Amancio Prada


Jueves, 24 de Agosto de 1995                                                   EL FARO Astorgano


Más de 2.000 personas escucharon a pie firme en la Catedral el “Cántico Espiritual”

El embrujo de Amancio Prada


El berciano Amancio Prada volvió, una vez más, a encandilar con su música al público asistente al concierto del pasado lunes por la tarde en la Catedral astorgana. Más de 2000 personas se dieron cita en el templo para escuchar algunas de las canciones de siempre de Amancio Prada junto a una de las últimas incorporaciones a su repertorio: el “Cántico Espiritual” de San Juan de la Cruz.
Algunos de los asistentes al concierto habían llegado a la Catedral hasta con una hora de antelación intentando coger un buen sitio ante la más que previsible avalancha de público que se registraría. Prada agradeció al inicio del recital tanto al Ayuntamiento su inclusión en las fiestas como al Cabildo de la Catedral por haberle permitido el privilegio de interpretar este concierto en un escenario tan singular y tan apropiado para el “Cántico Espiritual”.
Amancio Prada, acompañado por un violonchelista y por su inseparable guitarra, dividió el concierto en tres tramos. En el primero cantó varias cantigas galaico-portuguesas, pertenecientes a lo más clásico de su repertorio. El núcleo del concierto quedó par ala incorporación de los textos místicos de San Juan de la Cruz. Presentados en nueve movimientos como canciones separadas, aunque interpretadas de manera consecutiva, sin cortes ni aplausos, fueron la novedad del recital.
La tercera parte volvió a recoger temas clásicos del repertorio de Amancio Prada como son las canciones que dan música a los textos de Rosalía de Castro. Tres canciones agrupadas que finalizaban con el inevitable “Adiós ríos, adiós fontes”, iban a ser la guirnalda de este concierto que tuvo que prolongarse a instancias del público con un bis que, interpretando un romance medieval musicado por Joaquín Díaz, se hizo con una zanfona, instrumento medieval de dos cuerdas.
Las casi dos horas que duró el concierto dejaron plenamente satisfecho a un público que abarrotó la Catedral aguantando, en su mayor parte la incomodidad de no poder ver al protagonista, e incluso permaneciendo de pie. La sonorización dispuesta para el concierto, bastante bien resuelta, permitió paliar en cierta medida la precariedad de condiciones en que la gran mayoría de los asistentes tuvieron que seguir al músico berciano.